30.9.18

Mis cuentos XLIV: El cojín rojo...


No se sentía un depravado ni un vicioso, no se sentía ni mala persona por ello...era un "pecadillo" que tenía desde juventud, allí lo aprendió todo y aún ahora allí también se desquitaba (al menos una vez cada quince días, aunque en realidad ¡los viernes era fijo! jajajaj) de la falta de apetito sexual de, Irene, su mujer. Además era una limpia relación mercantil, él pagaba y ellas le cobraban un servicio.

Es cierto que no había sido siempre el mismo sitio, faltaría más, de hecho al principio (jajajaj, ahora recordaba la primera vez que lo llevó su tío Fernando "para que se hiciese un hombre" ¡Con quince años!... No, aquella vez, no le gustó casi nada, y menos que nada el olor del sitio)...de hecho al principio los locales eran, como más cutres, más sórdidos, más sucios...

Pero han evolucionado, y mejorado estos locales, se han adaptado a los tiempos y, sobre todo, la mercancía extranjera ha subido el nivel muchísimo. Ahora tienen, no sabría cómo explicarlo, ¡Más clase! eso es, ¡Más clase!

Su favorito ahora es "El desahogo del guerrero" en el polígono industrial donde está la empresa... vaya nivelón que tiene, y variedad, rotan a las chicas muchísimo, es difícil que cada quincena esté alguna de las que estuvo la anterior, eso sí al cabo de cuatro o cinco meses vuelven a repetir el lote. Le gustó mucho una chica rubia ¿Bielorrusa? e intentó saber dónde estaría la siguiente quincena para repetir con ella, pero por poco no le cuesta un disgusto con la mole de portero del local que se enfadó porque le hiciese esa pregunta a la chica (¿Irina? puede que se llamase así, ¡Anda, no había caído! ¡Qué parecido a Irene! Lo mismo le gustó por eso... jajajajaj)

Pues hablando del "Desahogo" últimamente le hacía gracia los premios que ofrecían: una veces un juguete, un peluche, un pañuelo... siempre cosas muy "cuquis" y que no levantaran sospechas si las llevabas a casa... El de este mes era un modelo de cojín rojo que simulaba un corazón "Te quiero mucho" tenía escrito en letras doradas... Se había encaprichado él en conseguirlo (normalmente era por consumo, ¡una especie de premio a la fidelidad del cliente! ¡¡¡como las gasolineras o los supermercados!!!, sólo la idea le parecía muy divertida), pues se había encaprichado en conseguirlo para regalárselo a Irene... ¡Sabía que le encantaría!

Puso todo su empeño en lograrlo, pero no le fue posible, a los pocos días cambiaron de regalo... ¡un Osito teddy! ¡una ñoñería!

Se enfadó tanto que en vez de ir a su cita del viernes, se fue al bar de Manolo, se tomó dos cervezas y de ahí a casa. Al llegar cuando fue a sentarse en el sofá tuvo que retirar un cojín igualito al del "Desahogo" con sus letras doradas, ¡idéntico! 

- ¡Irene! ¿Dónde has comprado este cojín?
- No, no lo he comprado yo, se lo ha regalado a Marta, David, su chico, (dice que lo ha ganado en una rifa en un bar en el que para mucho) pero me ha gustado tanto a mí que me lo ha regalado. ¿A que es muy cuqui?



Un saludo a tod@s


"Las mujeres han servido durante todos estos siglos como espejos que poseyeran el poder de reflejar la figura del hombre a un tamaño doble del natural”. 
Virginia Wolf, escritora británica.


No hay comentarios: