16.8.18

Mis cuentos XLII: Necesito dormir...


Cuando llevaba tiempo en el paro y combatía las horas acodado en la barra de su bar de cabecera, tras la tercera o cuarta copa, de manera recurrente, afirmaba Luis Felipe Vejo Carrizo que debía su nombre al homenaje que su abuelo materno le quiso hacer al, en su opinión, mejor "coñá" del mundo.
Eran días en los que tras haber pasado la frontera de los dos cincos en su calendario particular y haber dedicado los últimos treinta y dos en cuerpo, que no en alma, a la difunta fábrica de zapatos de D. Severiano, Luis Felipe Vejo Carrizo se debatía en qué hacer para allanar el camino hasta la prometida jubilación. En uno de esos días esperando acodado a que su suerte cambiase le llegó una pequeña oportunidad en el oficio de sus inicios y que, pensaba, había desterrado para siempre, a amasar (a tiempo parcial) en una panadería: este trabajo es ingrato como pocos, horas de pie dando formas a la masa a las horas que el resto duerme. 
Notaba Luis Felipe Vejo Carrizo la diferencia de sus energías en este trabajo con respecto a cuando comenzó en el mismo como aprendiz con quince años, y estuvo hasta los veinte en que la Patria le demandó parte de su tiempo. Entonces no tenía problema ( a pesar de que la jornada era más del doble que ahora) en juntarse con los amigotes y de ahí marchar al tajo, y sin casi dormir repetir el ciclo.
No son tiempos de grandes oportunidades para según qué personas, pues he aquí que de una de sus grandes pasiones: el fútbol, le vino otra oportunidad para completar un sueldo medianamente digno. Era Luis Felipe Vejo Carrizo desde hace mucho tiempo abonado (porque se lo regalaba su madre) a la zona más barata del Bernabeu  desde hace unos años al 4º anfiteatro de fondo, y compartía ratos de tertulia pre y post partidos con sus amigos de siempre. En una de éstas, Germán, le dijo que estaban buscando "seguratas" para los partidos, y que él con su corpulencia seguro que daba el tipo. 
Efectivamente, lo cogieron, y desde hace doce jornadas Luis Felipe Vejo Carrizo tiene que sobre el mismo césped donde hace las grandes gestas su Madrid, sentado en una silla de tijera,  mirando a la grada; imaginar, por las caras y gritos de los aficionados, las jugadas que están ocurriendo a su espalda. 
Por mucho que los aficionados griten, insulten e incluso se burlen de él, el trabajo de una panadería no es el mejor para mantener alerta a un vigilante, eso hace que cuando el sueño empieza a agregar excesivo peso en sus párpados, Luis Felipe Vejo Carrizo vuelva la cara hacia el campo y así consiga vencer por un rato a Morfeo. Esta pequeña licencia sobre la obligación había provocado que su coordinadora le hubiese amenazado los tres últimos partidos con echarlo si volvía a verlo mirando a los jugadores en lugar de vigilar la grada, en el último ya la amenaza se convirtió en ultimátum: "Si te vuelvo a ver de espaldas a la grada ya no te volverás a perder un partido más como aficionado, ni tendrás que vender la entrada correspondiente a tu abono", le dijo con sorna la muy "siesa". 
Hoy miércoles no es un partido cualquiera: semifinal de la Champions, ¡ante la Juve de Cristiano!
Desde que empezó el partido, por mucho que los "Negroazurri" que tenía enfrente gesticulasen e insultasen, por muy dura que había sido la noche en la panadería, por muchos "uys" que se oyesen en el resto del campo...Luis Felipe Vejo Carrizo no volvió la cara ni una sola vez.

Al día siguiente, cuando recibió el whatsapp del grupo de la empresa de seguridad comunicándole que estaba despedido, no daba crédito. Decidió ir a la oficina de la empresa a preguntar el motivo.
Mientras esperaba a que lo atendiese su jefa se puso a ojear los periódicos que había sobre la mesa, al coger el Marca observó que, a pesar de la abultada victoria por 5-0 de ayer, en la portada estaba una foto enorme suya en el partido ¡dormido! bajo el titular de: "¡El cazador cazado!" 
No esperó a que lo atendiesen y se marchó al bar de Pepe donde, tras la tercera copa, le dijo al camarero:
¿Sabes por qué me llamo Luis Felipe?

Un saludo a tod@s


La felicidad para mi consiste en gozar de buena salud, en dormir sin miedo y despertarme sin angustia.
Françoise Sagan (1935-2004) Escritora francesa.

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