Ahora parece una lejana pesadilla...
Cuánto estrés y cuántos miedos acumulados...
La primera vez que Belisa, tras una noche de dolor y de idas y venidas al cuarto de baño, de hacer sentadas en la taza, sin más satisfacción que la de beber otro poco de agua fresca antes de regresar al lecho; observó por la mañana como el producto que, en el último y doloroso intento, había conseguido se había teñido de rojo.
La vida de Belisa Coronado se fue llenando de negros nubarrones: pruebas, dieta estricta, cansancio, dolores, nauseas, horas de hospital...
Ello se endureció aun más con el aumento de la intensidad del tratamiento.
Conmigo no va a poder... se decía... se levantaba, se ponía delante del espejo, se maquillaba y se encaminaba a la oficina... si me encuentro excesivamente mal, entonces me vuelvo...
La tormenta arreciaba, y Belisa Coronado usaba sus particulares paraguas: la sonrisa de los suyos, un rato de risas, la macrocolección de "estampitas" y abalorios religiosos que en poco tiempo había acumulado como materialización de muchos de los buenos deseos de los que la querían, salir, dar una vuelta... en cuánto se encontraba un poco mejor, le encantaba salir y hablar de cosas insustanciales. Decía:
- "el bicho" engorda cuando se le hace mucho caso, así que es mejor ignorarlo, eso lo debilita.
La intervención y el postoperatorio fueron dos momentos en que la tormenta descargó toda su fuerza, ruidos, y aparato eléctrico...
Después fue amainando, mostró un precioso arco iris en la primera revisión anual:
- Esto está muy bien, Belisa. Nos vemos en un año. Dijo la doctora Cifuentes, la misma que le atendió la primera vez.
Ahora parece una lejana pesadilla...
Cada vez que viene algún problema a casa, toma su último informe, lee el final "ALTA DEFINITIVA", sonríe y dice:
- Ya pasará...
Un saludo a tod@s
La salud es la unidad que da valor a todos los ceros de la vida.
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