15.1.19

Mis cuentos XLVII: Las copas están sucias...


Siete meses llevaba ya en aquella fría ciudad...
La verdad es que cuando Andrés del Río llegó a Edimburgo con su beca Erasmus no imaginaba cómo le iba a enamorar esa ciudad: su ambiente, su repulsa soterrada al dominio inglés, la cerveza, su historia, sus fantasmas, el haggis, lo paseable, sus cementerios... ¡todo!

Tanto es así que cuando se terminó la beca no tuvo pudor en convencer a sus padres y continuar estudiando un año más en la ciudad "para mejorar su inglés" (si es que era inglés el idioma ese que ladraban en los pubs los parroquianos), para que no les costase mucho, iba a colaborar con los gastos, había encontrado trabajo de camarero en uno de los pubs señeros en plena Royal Mile: El Deacon Brodie!

Días duros de trabajo, frío,  paseos arriba y abajo por la señera Royal Mile y una linda peliroja aborigen provocaron que Andrés del Río decidiese que "ni año ni gaitas" (buena expresión para estar en Escocia) se quedaba allí "sine die".

Mercedes Azulado convenció (es una manera de hablar) al pusilánime de su marido Antonio del Río de que "había que ir a ver cómo estaba el niño"

Una semana estuvo "Andresito" agasajando a sus padres en "su" maravillosa Ciudad, les preparó incluso en su casa una cena de gala donde les presentó a Lair su maravillosa ninfa peliroja.

A la vuelta Antonio del Río no paraba de hablar y de estar orgulloso de lo bien que estaba "Andresito"...

- ¿Bien? (dijo Mercedes Azulado cuando ya no pudo más) ¿Viste la cena?
- ¿La Cena? ¡Pero si estuvo genial!
- ¿ Y las copas? ¡si hasta las tuve que fregar cuando las vi puestas en la mesa!



Un saludo a tod@s

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Con la primera copa el hombre bebe vino; con la segunda el vino bebe vino, y con la tercera, el vino bebe al hombre.
Proverbio japonés

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