19.4.17

Mis cuentos XXI: A la próxima invito yo...


El rumor saltó a la prensa y Arancha decidió planteárselo a sus padres, total ellos siempre eran sensibles, y estaban comprometidos, con estos temas.
-Mamá Pedro y yo hemos ido a un par de asambleas y estamos pensando unirnos a una "corrala"
- ¿Y Eso?
- Pues nada, principalmente porque es nuestra forma de decir "Ya basta!". No es justo que entre todos estemos sufriendo recortes  (mira el sueldo de Papá que vuelve a ser el de hace 10 años) para rescatar a los bancos que nos han llevado ahí. Y éstos tengan montones de viviendas cerradas y vacías y aún pretendan especular con ellas. La vivienda es un derecho constitucional, Mamá.
Mercedes la miró, y vio en el brillo de sus ojos y en su empuje a la joven contestataria que ella misma fue hasta hace... ja, ja , estaba pensando "poco", "¡Ojalá!"
- Muy bien, hija, sólo asegúrate de no cometer delitos que te puedan hipotecar el futuro...
Con los padres de Pedro no fue tan fácil... Antonia decía:
- Pero ¿Qué os hemos hecho? ¿Tan mal nos hemos portado con vosotros para que nos tratéis así? 
Y Ernesto apostillaba: 
- ¡Pero si tenéis la casa de la abuela en el pueblo a vuestra disposición! 
- ¿El pueblo, Papá? Pero si está a 100 kms! Y tenemos que trabajar! Todavía yo podría organizarme desde allí, total cuando me llaman nunca sé a dónde tengo que desplazarme, pero Arancha trabaja aquí, ¿Cómo se va a hacer más de 200 kms diarios para ir y volver al trabajo?, y eso cuando no tiene el turno partido y echa 3 horas y 3 horas...¡de locos! Además que esto es, sobre todo, nuestra manera de decir "¡Basta!"
- Pues escribe al ABC una "carta al director"


Los primeros días tras la ocupación  fueron maravillosos, parecía que íbamos a cambiar el mundo, Pedro estaba exultante. Atendía a los periodistas, coordinaba la asamblea diaria, delegaba y asignaba responsabilidades, se ocupaba de los mantenimientos necesarios... Yo, bueno, en realidad también estaba muy ilusionada, sobre todo porque nuestra casa era el campamento base y yo la coordinadora de intendencia. Era allí donde llegaban y se guardaban los suministros comunes, las donaciones que se recibían, donde los demás acudían cada vez que tenían una necesidad... La verdad es que era cansado, muy cansado llevar una vida ordenada, con un trabajo normal, donde había que llegar normalizada y a la par "hacer la Revolución". 
Recordando aquellos días, probablemente además de no tener lo básico  (luz, agua en el grifo, una lavadora...) lo que peor llevaba era la falta de compromiso de los demás y cómo salían a flote enseguida los egoísmos, avaricias y envidias de todos... A mí me acusaban de "hacer trampas" porque lavaba la ropa en casa de mamá y aprovechaba y me daba una ducha de vez en cuando. O cuando Pedro y yo nos íbamos a tomar un café para cargar el móvil en el bar de Manolo... ¡Serán imbéciles! ¿Qué querían que hiciese? 
¡La verdad es que fue un pelotazo! Y la repercusión en los medios y Redes Sociales alucinantes... 
El implacable verano fue llegando y ahí la canícula del estío del Valle del Guadalquivir lo hizo todo mucho más complicado...
Sonrío, incluso, al recordar el pequeño gran placer que era el café de por la tarde al amparo del paraíso del oasis del aire acondicionado del centro comercial cercano... ¡Qué desesperación soportar esas eternas noches sin aire acondicionado o sin al menos poder poner un simple ventilador o darme una ducha...!
Era martes, 7 de la tarde, Pedro llegó, cogió nuestras mochilas de la playa, metió en cada una: una toalla, las chanclas de ambos, un pequeño bote de champú de los que cogimos en nuestra última escapada a un hotel y  nuestro peine favorito y me dijo: 
- Ven, vamos.
Me dejé conducir como una zombi, cuando llegamos al Centro deportivo del barrio, y me di cuenta de qué era lo que tramaba, pensé:   "¿Y esto, Por qué no se nos ha ocurrido antes?"
Me di una ducha como si no hubiese un mañana.
Cuando nos encontramos en el bar de enfrente , mientras nos tomábamos una cervecita, le miré a los ojos y le dije:
- Gracias cariño, ha sido un magnífico regalo. ¡A la próxima, invito yo!



Un saludo a tod@s

Soy un idealista. No sé dónde voy pero estoy en el camino.
Carl Sandburg (1878-1967) Poeta, historiador y novelista 

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