Desde el principio la complicidad con Rey fue total, era maravilloso cómo se
compenetraban y casi leían la mente. Ninguno necesitaba hablar para detectar,
intuir y satisfacer las necesidades del otro. A pesar de ello fueron poco a
poco creando un idioma propio, con sólo un gesto o una mirada entendían si
necesitaban cariño, una caricia, comer o
si simplemente les apetecía salir, jugar o descansar.
Así fue pasando el tiempo y su relación se consolidó,
Fernando se fue haciendo mayor y Rey, obviamente también, pero era llegar a
casa y dependiendo lo que hiciese Rey, ya sabía Fernando de qué humor estaba:
si le recibía tirándole una pelota o con la correa en la boca estaba claro que
le apetecía pasear y jugar; si le recibía con mimos o directamente con las
zapatillas de Fernando estaba claro que le apetecía quedarse en casa (los días de lluvia eran mayoritariamente de
éstos). La salida justa para las necesidades básicas, poco más y vuelta a casa.
Había días que incluso el recibimiento
a portagayolas era de Rey y su bol para la comida, o la cesta de la compra si
intuía que era necesario hacerla.
Pues, he aquí que después de 12 años de convivencia sin un
solo incidente en la casa, incluso ni cuando era un cachorro, el 12 de abril
Fernando fue recibido por un Rey en altísimo estado de excitación, con las
zapatillas de Fernando en la boca pero ¡completamente
destrozadas!...Inservibles.
A Fernando aquello le preocupó, ¿qué había detectado el
sexto sentido de Rey y por qué parecía excitado? a pesar de que ya para todo
era muy lento. Decidió llevarlo al veterinario, por lo qué ocurriese llamó a su
sobrino Leandro para que les acompañase, sobre todo por si le dormían o algo y
había que traerle en coche.
Tras una exhaustiva revisión , la conclusión del Dr. fue que
no le ocurría nada, “igual alguien lo ha molestado o similar, pero Rey tiene la
salud de un roble”
Aquella noche, sin zapatillas, Fernando resbaló al salir de
la ducha se dio un golpe y falleció. El informe de la autopsia reveló que tenía
una bomba de relojería en su corazón, no hubiera pasado de aquella noche en
cualquier caso.
En el sepelio Rey estaba con las zapatillas (bueno con lo
qué quedó de ellas) y en cuánto pudo las arrojó a la fosa sobre el ataúd, no se
le dio más importancia.
Al terminar, cuando iban hacia el coche de Leandro para
regresar vieron a Rey mordiendo una de las ruedas, ¡y ya había destrozado dos!
No le dieron más importancia, sería la rabia de haber
perdido a su dueño…a los dos días decidieron que lo mejor sería enterrar al
pobre Leandro junto al tío Fernando, se querían mucho.Venga anímense, #relatosencadenados Próximo título "el agua fría"
Un saludo a tod@s
No importa lo elocuente que ladre un perro; nunca podrá decirte que sus padres fueron pobres pero honestos.
Bertrand Russell (1872-1970) Filósofo, matemático y escritor británico..
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