Siempre le habían gustado esos días.
Le traían recuerdos de su infancia, de la casa de su abuela, las torrijas, los pestiños, el bacalao... siempre el bacalao: con tomate, con patatas, en tortillitas, con garbanzos, frito, el Viernes Santo frito (eso sin duda)
Y los atardeceres, como se alargaban, y el Sol que volvía...y los olores, y los colores... ¡El Azahar!
Era como un renacer, si le había pillado desenamorado, duraría poco porque las chicas aparecían, de nuevo, como las flores, e incluso aquella a la que veía todos los días de pronto florecía y olía y lucía distinta...
Ya se lo dijo su madre: "¿Pero qué se te ha perdido a ti allí?"
Comprobó los relojes, sensores y registros... sí, era 24 de marzo pero las medidas no parecían mucho de primavera, aún así se armó de valor, se abrigó y abandonó la estación... eran las 2 de ¿la tarde? y Antonio Buenaventura salió a dar un paseo:
Ni, azahar, ni olores, ni colores, ni bacalao...Blanco, sólo Blanco, y frío, mucho frío...
pensó en su estudio sobre la colonización del Ártico por colémbolos, pensó en su tesis doctoral, y sobre todo, pensó en su madre:
"¿Pero qué se te ha perdido a ti allí?"
Dichoso Ártico, es Domingo de Ramos, pero yo no creo que aquí haya Borriquita que se atreva a salir...
Un saludo a tod@s
El primer día de la primavera es una cosa y el primer día primaveral, otra diferente. Frecuentemente la diferencia entre ellas es más de un mes.
Henry Van Dyke (1852-1933) Escritor estadounidense.
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