Despertó, como siempre se levantó con un hambre atroz, fue al frigorífico, lo abrió, ante él se mostró un pasaje desolador: tres zanahorias, y un papel de york abierto. Se decidió por las dos zanahorias que tenían aún pinta de no ser radioactivas, el york y la tercera mejor no intentarlo.
- ¡Jo, qué buenas! Me encantan las zanahorias. Un café estaría bien. A ver si a Lidia le queda en casa ahora cuando vaya a buscarla. ¿Y a Leo cómo le irá con sus achaques? A ver si me paso pronto a verlo, ¡Ay, que ver parece imposible que seamos hermanos!
Despertó, como siempre había pasado una noche terrible, mejor no tomar nada hasta las 12, fue al frigorífico.
-¿Un mango, quizás? No, mejor nada hasta las 12. Qué acidez por Dios! Creo que voy a empezar a tomar el jugo de aloe otra vez.
¿Y Juanito? ¡ Qué rollo de chico! Ojalá algún día asiente la cabeza...¡No sé cómo sobrevive! El pobre...
Un saludo a tod@s
No está la felicidad en vivir, sino en saber vivir.
Diego de Saavedra Fajardo (1584-1648) Diplomático y escritor español.
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