1.1.15

Mis cuentos (y II): El número de Dios.


Javier casi moría de emoción, otra vez sonaba el teléfono y en la pantalla, como a menudo, aparecía el mismo nombre: "Dios".

Javier, no es que fuese un niño de una fantasía desmesurada, tampoco tiene excesivos aires de grandeza, pragmático y racional posee una cabeza bien amueblada y es muy despierto para su edad. De todas formas aquello no terminaba de encajarlo, y si lo comentaba con orgullo con sus amigos del colegio lo único que conseguía eran, además de choteo general, grandes dosis de escepticismo.

Y además las llamadas se producían en ambos sentidos, eran muchas las ocasiones en que su padre cogía el teléfono y Javier observaba con estupor como buscaba a "Dios" en la agenda y con toda la familiaridad hablaba con él:

- ¿Qué tal, jefe cómo estás?...lo sé, lo sé... ¿Qué quieres que te diga? ¡Yo he hecho todo lo posible!...ya, ya... bueno, venga tío, nos vemos. Bye!

¡Increíble! ¡No sólo habla con Él, lo alucinante es la familiaridad con la que lo hace!

Aquel día había, de nuevo, tomado la determinación de hablar con Él. Esperó, esperó a que su padre quedase en catalepsia tras ingerir aquel descomunal plato de garbanzos, cogió el teléfono de su padre y buscó en la agenda; allí estaba: "Dios"

Pulsó... un tono, dos, tres... ¡horror!

Javier, colgó el teléfono, ¿Qué le diría a Dios? ¿ Se enfadaría? ¿Cómo sonaría su voz?...con su padre no se enfadaba casi nunca, aunque a veces le oía subir el tono de voz y mandarle los castigos más insospechados: ¿trabajar en domingo?, ¿viajar hasta Almería porque un cliente se había quejado? ¿volver a la oficina?... desde luego nada que ver con los castigos con los que amenazaba Doña Merceditas, la maestra de religión, que nos enviaría Dios si nos portábamos mal.

Nuevo intento, un tono, dos, descuelga... Mierda ¡qué miedo! ¡Cuelgo!

Ahora la pantalla se iluminaba y aparecía el nombre: "Dios" (suerte que lo puse en silencio para no despertar a papá)...

...a los 10 minutos nueva llamada: ¡Éste se ha enfadado de verdad! Pues yo no lo cojo...

El teléfono vuelve a su sitio, por si acaso, y papá resucita de la digestión clase boa constrictor...

¡Dios vuelve a llamar!

- Dime,...¿Yo? ¿Y para qué te iba a llamar yo?...¡Anda ya, háztelo mirar!...¡Qué no "pesao", que no te he llamado!...Venga, nos vemos mañana.

¡Qué confianza! ¡Y ni le ha reñido ni nada! Esto se lo tengo que demostrar yo a los incrédulos del cole, y a Doña Merceditas, que el otro día me castigó por "blandemo" o algo así cuando se lo conté...

...

- ¿Has cambiado de móvil papá? ¿Puedo verlo?

- Claro Javier, ahí está.

- Papá, y ¿el teléfono de Dios? ¡No lo veo en la agenda!

- Jajaja, no, creo que lo he perdido al pasar la del antiguo...

- ¿Y no lo puedes recuperar?

- Jajaja, no, me parece que no.

- ¡Jo, qué rollo! Justo ahora que iba a hacer la Comunión y quería comentarle una cosa.




Un saludo a tod@s

Dios no habla, pero todo habla de Dios.
Julian Green (1900-1998) Escritor norteamericano, nacido en Francia.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Jeje, buen inicio de año.
Abrazo

Anastasio Pineda dijo...

Te ha gustado?

Un abrazo!

Eunice dijo...

Yo me sabía el del diablo que llama a tu puerta, pero este da casi más miedo. Genial!

Un besote y una alzada de mosquetes,

Eu.

Anastasio Pineda dijo...

Muchas gracias!

Un besote