Esta vez es fácil publicar el post, me voy a plagiar a mí mismo... no creo que a EUSA le moleste:
¿Cuántas veces han pensado que si hubiesen estudiado idiomas su carrera profesional
hubiera sido distinta o, directamente, mejor? ¿En cuántas ocasiones estudiar, aprender o
certificar un idioma ha estado entre los tres primeros puestos de sus propósitos de Año
Nuevo? Para los docentes, el aprendizaje de idiomas y todo lo que lleva aparejado no sólo
no se puede quedar en un buen deseo sino que debe ser una de las prioridades u objetivos
principales en el quehacer diario, máxime si forma parte de la planificación y ejecución de las
tareas de un directivo escolar.
A priori, parecerían obvios el impulso y el apoyo de la administración educativa
para intentar paliar lo que podríamos denominar el “bache histórico” hispano, o, más
concretamente, andaluz, en el dominio de otras lenguas: Las ayudas para aprenderlas, la
apuesta por el bilingüismo, los campamentos de inmersión para estudiantes y profesores,
son algunos ejemplos de este impulso. Pero cuando se observa con un poco de distancia esta
apuesta parece que el plan, como ocurre en muchas ocasiones, tiene un objetivo principal
de propaganda política que muestra una escuela inclusiva mal entendida y supedita los
posibles logros alcanzados o en proceso a evitar la “discriminación” de esa forma heredera
de la envidia y el cainismo nacional. En resumen: o café para todos (aunque no les guste o
tengan problemas de insomnio) o para ninguno. Estos postulados de lo políticamente correcto
imperan sobre lo que debería ser una apuesta real por el aprendizaje y una planificación
sostenible en el tiempo y con las previsiones de financiación previstas.
Como herederos de la situación anteriormente descrita, los centros educativos hemos
tenido que liderar, cada uno con nuestros medios y circunstancias, esta inaplazable formación;
para ello, en nuestros proyectos educativos o planes de desarrollo escolar, además de las
distintas estrategias para trabajar y cumplir los dos objetivos que le dan sentido a nuestra
existencia, a saber, mejorar los resultados académicos y favorecer la cohesión social, nace,
implícita o explícitamente, un nuevo objetivo relacionado con el conocimiento de las lenguas
(no sólo del inglés) y con el sentimiento de pertenencia a este ente supranacional en el que
estamos integrados y que se llama Unión Europea.
Y qué se puede hacer desde un centro educativo, sobre todo en un periodo en el que el
profesorado vive rodeado de desilusión e inestabilidad normativa; pues poco o mucho, según
se mire:
- Dar posibilidades formativas, es decir, exprimir la apuesta que el programa bilingüe
supone, maximizando las posibilidades que éste ofrece. En este sentido, hay que
trabajar las áreas lingüísticas con la herramienta diseñada para ello, que son los
proyectos lingüísticos, y todo dentro del Marco Europeo de Referencia.
- Posibilitar e impulsar las certificaciones en idiomas (Trinity y DELF tienen acuerdos
con nuestra administración, pero no son las únicas con las que se puede hacer). Es
obvio que certificación no siempre significa conocimiento, pero también lo es que para
tener acceso a ayudas o al mercado laboral es fundamental acreditar la formación en
idiomas con documentos estandarizados.
- Difundir y participar desde el Centro en aquellos proyectos que pueden aportar
recursos y posibilidades para el alumnado y el profesorado. Entre ellos, el programa
ERASMUS+ (heredero del concluido programa de aprendizaje permanente), en sus
dos acciones KA1 y KA2, es todo un universo de oportunidades que todos los Centros
deberían tratar de aprovechar y ofrecer a sus respectivas comunidades educativas,
enlazando sus proyectos con organismos públicos y privados de su entorno próximo.
No se trata de hablar de crisis, es simplemente que el mundo y la realidad que conocíamos
han cambiado y que, como siempre ha ocurrido en la historia, el pasado no va a volver. En
este espacio actual, hay dos necesidades formativas sobre las que todas las personas deben
insistir y a las que deben considerar fundamentales, amén de las específicas que cada uno sea
capaz de aportar: tanto en el presente como en el futuro próximo, no se entiende un currículo
de una persona exento de formación en idiomas (reitero: no sólo en inglés) y del dominio
de la competencia digital. Nuestra obligación como formadores es no sólo no descuidar sino
potenciar la mejor formación de nuestro alumnado.
Un saludo a tod@s
La sonrisa es el idioma general de los hombres inteligentes. Sólo son tristes los tontos y los delincuentes.
Víctor Ruiz Iriarte (1912 -1982) Dramaturgo español.
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